Planificación sucesoria: dejar un mapa en lugar de un laberinto
Desde hace miles de años, los humanos nos hemos hecho la misma pregunta: qué pasará cuando nos hayamos ido.
En el Antiguo Egipto, la muerte no era un final, era un tránsito hacia la eternidad marcado por el “Libro de los Muertos”: papiros que acompañaban al difunto en su tumba y que contenían una guía para que el alma supiera a dónde ir, qué decir y cómo defenderse ante los dioses en su camino hacia la vida eterna.
Miles de años después de que los faraones dejaran sus instrucciones esculpidas en piedra, nosotros vivimos como si nunca fuéramos a morir. La mayoría de las personas no deja un plan. No hay un mapa. No hay instrucciones claras para los que se quedan.
¿El resultado? Confusión. Tensión familiar. Problemas administrativos, económicos y emocionales.
¿Has escuchado de alguien que tuvo problemas "por la herencia"?
En Ecuador, todos conocemos alguna historia en la que la herencia destruyó relaciones que parecían inquebrantables o acabó con el patrimonio de la familia porque mientras los herederos se estaban peleando la administración del negocio quedó desatendida. Todos hemos escuchado de problemas para dividir tierras, falta de testamento o testamentos mal redactados, hijos extramatrimoniales o la falta de un protocolo de sucesión. Esas historias no son excepciones. Son advertencias.
Los antiguos egipcios lo sabían… ¿Por qué nosotros lo dejamos al azar?
En Ecuador hablar del tema suele causar incomodidad y miedo. Algunos creen que es invocar a la muerte; otros piensan que solo vale la pena planificar si uno tiene millones en el banco; y otros prefieren vivir como si nunca fuesen a morir.
Lo cierto es que nuestra vida tiene un límite y que no se trata del tamaño del patrimonio que dejas, sino del impacto que tiene para quienes se quedan. Dejar todo en orden no es un lujo. Es un acto de cuidado.
Lo que llamamos planificación sucesoria es el proceso de decidir y organizar cómo se transferirán tus bienes, derechos y responsabilidades cuando ya te hayas ido. Pero también va mucho más allá: se trata de dejar instrucciones claras sobre quién tomará decisiones médicas por ti si no puedes, cómo proteger a tus hijos menores y qué legado quieres dejar.
¿Por dónde empezar?
El primer paso es hacer un inventario tanto de bienes como de deseos: ¿qué tienes y qué quieres?
Después, analiza las alternativas legales disponibles para alcanzar tus objetivos. Aquí es donde entran en juego el marco normativo, las asignaciones forzosas, la carga fiscal y las figuras jurídicas aplicables. Para navegar este terreno, lo más sensato es contar con el acompañamiento de un asesor.
Una vez que hayas identificado el camino que mejor cumple tus metas de forma eficiente, podrás ejecutarlo legalmente. Tu plan no es una fotografía fija. Es un documento vivo, tan cambiante como tu propia vida. Deberás revisarlo cada vez que algo importante se transforme: si te casas, te divorcias, nace un hijo o cambias de país.
Conclusión: pensar en la muerte es pensar en la vida.
La planificación sucesoria no es morirse antes de tiempo. Es vivir con responsabilidad. Es dejar un mapa en lugar de un laberinto.